miércoles, 28 de septiembre de 2011

MI MEJOR AMIGO


El otro día mi mejor amigo, ese con el que no hay tonterías, ese al que no me hace falta contarle mis cosas porque ya las intuye, ese con el que una mirada es suficiente para entender lo que me quiere decir, ese que sabe lo que opino, lo que siento y cómo me encuentro sólo por cómo le hablo por teléfono, ese que sabe cuándo llamarme y cuándo dejarme sola, me dio un abrazo y me dijo que me quería mucho.
Y fue un momento importantísimo para mí, porque en todos los años que hace que somos amigos nunca nos hemos dicho que nos queremos, porque siempre hemos pensado que no es necesario, que nos queremos y es suficiente.
Y lo es, de verdad, pero a mí me ha chocado que un hombre tan poco dado a expresar sentimientos como él, se haya dejado llevar por el momento y me lo haya dicho abrazándome fuertemente.
Para mí es el más importante de mis amigos, tengo muchos amigos, pero ninguno como él, es aquel con el que me entiendo a la perfección, ninguno de los demás me entiende así, y nunca, nunca, hemos tenido un enfado. Jamás. Puede que no nos veamos en meses, o que coincidamos todos los días, pero nunca ha tenido una mala palabra conmigo, ni yo con él. Es la única persona en mi mundo con la que jamás he discutido…
Y reconozco que soy una mujer afortunada por tener un amigo como él, porque hay mucha gente que jamás tendrá a nadie así en su vida, y es una lástima, porque ese tipo de cariño no tiene medida, es generoso y no pide nada, y yo me siento tan afortunada que me gustaría decirle que yo también le quiero, y que pase lo que pase en nuestras vidas sé que siempre estará ahí y yo siempre estaré ahí, a pesar de todo y de todos…
Pero hay cosas que no soy capaz de decir, porque no encuentro las palabras adecuadas para expresarlo, y tampoco es necesario. Él lo sabe y yo lo sé. Y no hace falta nada ni nadie más.


lunes, 19 de septiembre de 2011

Feliz cumpleaños


Hoy es mi cumpleaños. Es estupendo, me encanta cumplir años. Hay gente que no los celebra, a quienes no les gusta echarse un año más encima. A mí me encanta, y me gusta celebrarlo por todo lo alto. Porque generalmente hay mucho que celebrar y mucha gente con la que hacerlo.
También sirve para hacer balance, y aunque no todo es bueno, los años al final traen las cosas por algo. Siempre hay alguna buena razón para que las cosas ocurran, y, aunque en el momento nos haga sufrir lo que está sucediendo, siempre nos enseña algo: a madurar, a prescindir de cosas, a olvidar a gente, a avanzar...
Y este año ha sido así. He aprendido mucho, he madurado, he sido muy feliz, a veces he estado triste, pero, en general, el balance es muy positivo...
Tengo un trabajo estupendo, unos amigos maravillosos, mi familia está bien... No podría quejarme de nada.
Sí, es cierto, he desechado a algunas personas de mi vida, pero la vida sigue, y, como dije antes, las cosas pasan porque tienen que pasar...
Pues lo dicho, que me siento genial, que mi vida es estupenda, que espero que los míos sigan así, que quiero a mis amigos, que mi trabajo es fantástico y que todo lo demás servirá en su momento para algo.
Empiezo este nuevo año de mi vida con el corazón más ligero, con alegría y pensando que este es el comienzo de algo estupendo. He descargado parte de mi vida, y me siento genial por ello, y lo veo todo de otro color. Soy un poco más sabia y un poco menos generosa con los demás, eso sí. Pero supongo que eso es la madurez...