lunes, 24 de diciembre de 2012

Escenas


El jueves pasado por la tarde alguien me montó una escenita en un bar. Y al final del exabrupto se levantó y me dejó con la palabra en la boca y encima me pagó la caña. Pues ya ves, pensé yo, escenitas a mí.
Y desde entonces no he querido saber nada más de esa persona, ya sé, ya sé, son años de relación, pero no me gusta que nadie, nadie, me deje con la palabra en la boca, y mucho menos que me monte una escena. Seguramente nadie se dio cuenta en el bar de lo que estaba pasando, y probablemente esa persona tiene algo de razón, pero para mí la perdió en el momento en que no supo escuchar mi argumento y se largó.
Me dan mucha vergüenza las muestras de sentimientos en público, de cualquier tipo de sentimientos, soy muy pudorosa con todo eso, y la ira es también un sentimiento que no puedo mostrar. Por eso, cuando se marchó, me encendí un cigarro tranquilamente, me lo fumé, acabé mi caña, y luego me levanté y me fui. Estaba furiosa, pero por nada del mundo lo mostraría en público, y lo que es más, esa persona nunca lo sabrá, porque ha sido eliminada de mi vida de golpe.
No soporto la falta de autocontrol, y sobre todo, no soporto que nadie me deje con la palabra en la boca. No creo que haya nada que no se pueda hablar, ni puntos de vista que en algún momento no se puedan acercar. Creo en el diálogo, y aunque algo no tenga solución, por lo menos creo siempre en una forma civilizada de terminar las cosas.
Ya ves, escenitas a mí, pues tú te lo has ganado, chato.