Había una vez una mujer que ansiaba
ser libre, que se sentía independiente, autosuficiente y feliz, que
no quería ataduras.
Esa mujer se sabía inteligente, capaz
de hacer cualquier cosa, válida para llevar adelante cualquier reto.
Era fuerte y poderosa, no necesitaba nadie a su lado, creía que ese
alguien le podría cortar las alas.
Tenía un temor: temía enamorarse,
dejarlo todo por alguien, dejarse llevar. Temía abandonarse al amor,
y despertarse un día y ver que sus sueños se habían esfumado, que
los había abandonado por alguien que no merecía la pena.
Y se negó a enamorase.. Se cerró en
banda a las ilusiones, los espejismos, del amor. Siguió con su vida
independiente y fabulosa. Se centró en todo lo demás y fue feliz
durante mucho tiempo.
Pero un día sucedió lo inesperado. Se
despertó y se sintió mal. Se dio cuenta de que necesitaba a alguien
a su lado, que lo quería era otra cosa, que lo que ansiaba era
enamorarse.
Lo malo es que ya era demasiado tarde.