lunes, 15 de agosto de 2011

VACACIONES

Las vacaciones son un estado mental. Son esos días en los que uno sólo debería hacer lo que le apetece. Es esa época en la que deberíamos quedar con la gente que queremos, cuando queremos y donde queremos.
Es un descanso de la rutina, un oasis de hedonismo, la ruptura con lo que no nos gusta de nuestra vida, el ocio, el aire libre.
Es acostarse pronto cuando apetece, y de madrugada cuando lo pasamos bien. Sin ataduras, sin relaciones tóxicas, sin que nadie ni nada te imponga un lugar, una hora o una compañía.
Es la libertad de levantarte cuando quieres, de salir si te viene en gana, de ver el mar, de visitar la montaña, de respirar...
Es lo que debería ser todo el año, pero no podemos o no queremos tener...
Me encanta mi yo de vacaciones. Me encanta pararme, pensar en mi vida y tomar decisiones importantes. Apartar lo que no quiero en mi mundo y tomar lo que sí quiero.
Me encantan las decisiones que tomo cuando estoy de vacaciones. Me gusta mucho hacer una limpieza de mi vida y mis relaciones. Y volver a empezar.
Me gusto cuando estoy de vacaciones, porque no me afectan tanto las cosas, porque estoy relajada y feliz.
Tengo que intentar que este estado mental dure todo el año. O por lo menos unos meses. Y que la gente tóxica no vuelva a entrar nunca en mi vida, porque me arrastran a hacer cosas que no quiero, porque me hacen ser alguien que no me gusta ser.
Este verano he hecho una limpieza importante. Y me siento ligera. Y soy feliz. Y, al final, eso es lo único que importa, ¿no?

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